domingo, 29 de marzo de 2009

Arturo Montero Herrera y Dallas.


Don "Tula" estaba en el Liceo Seminario y yo estaba en el "tacho", pero igual, llegábamos a la misma hora a quitarnos el uniforme y a agarrar la patineta. Teníamos un riel de madera, es decir un tablón sostenido sobre dos blocks, y le untábamos cantidades industriales de jabón azul; buenos culasos nos pegamos pero aprendimos "board-slides" y hasta "grinds". Además las calles de la urbanización eran de cemento, y cuesta abajo hacíamos "power-slides" que mediamos contando las rayas en la calle; cada raya estaba a dos metros de la otra, dos rayas, tres rayas...
Tula vivía en la parte de arriba, cerca de la calle principal, y yo vivía abajo, pegando con el río. Como todavía estaban construyendo la urbanización teníamos muchos materiales a la mano, así que noche tras noche en bicicleta logramos robar y almacenar como 50 sacos de cemento con los que chorreamos un "burnside" en la cancha que pegaba con nuestro patio, no usamos ni arena en la mezcla, concreto puro; luego un vecino molesto llego con un pico y trato de destruir el "quarter" pero no pudo, era demasiado solido.
Las patinetas nos servían a la perfección para huir de todos los problemas en los que solíamos meternos por culpa del aburrimiento, y sin duda llamábamos la atención en el vecindario, a toda velocidad vistiendo "bermudas" de colores, boina, una camiseta sin mangas con una calavera de "Bones Brigade" dibujada con pilot, y un gran pedazo de hule pegado en el zapato; historias tan increíbles que hoy en día solo podemos rememorar entre nosotros, porque nadie nos las puede creer. En fin hay alguien que llega al parque y según parece, se entretiene y hasta mas horas que nosotros levantando estas curiosas formaciones de roca, que como es sabido siempre han causado admiración e interés; entre ellas puse a Tula y a Dallas, pues definitivamente encajan.

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